Virgilio Martinez, el peruano abre restaurante Maz en Tokio. Después de mucho éxito con Central y MIL en Perú, Virgilio Martinez está cruzando el Pacífico para su próxima aventura, Maz en Tokio.
Virgilio Martinez Maz Tokio
Como muchos de sus compañeros, el chef estrella Virgilio Martínez tiene un respeto profundamente arraigado por la naturaleza. Y, como campeón de los productos indígenas peruanos, con su éxito en el escenario mundial ha ayudado a poner el foco en estos ingredientes únicos y, a menudo, poco conocidos.
Pero confía en que puede hacer más, que es una de las razones por las que está abriendo un restaurante de alta cocina en Tokio, el primero en Japón que estaba programado para abrir antes de los Juegos Olímpicos de Tokio en julio de 2020, mucho antes que se desatara la pandemia de COVID-19.
Pero Martínez ha asegurado recientemente que su nuevo restaurante Maz parece estar listo para abrir posiblemente en julio, en el vecindario de Akasaka, en Tokio.
“Solía enfocarme en la cultura y la comida peruana en sí”, le dice Martínez a Tatler Dining durante una exhibición privada de algunos de los platos que servirá cuando abra el restaurante.
La vista previa fue parte del Cook Japan Project, que contó con la participación de chefs internacionales, organizado por el grupo de restauración de Granada.
Tras la construcción de Mater Iniciativa (el centro de investigación biológica y cultural detrás de su galardonado restaurante Central en Perú) en Cusco, hace tres años, y la gran cantidad de investigaciones que ha realizado desde entonces, dice que ahora comprende mejor cuán universal es esto.
La idea de celebrar la generosidad de la naturaleza en sí ya lo es.
Cercano Japón
Este nuevo restaurante, revela, le permitirá “conectar” a los comensales de Japón y de todo el mundo con aldeanos y agricultores peruanos nativos, cuyas vidas están intrínsecamente “profundamente conectadas con la naturaleza”.
Él comparte cuán diferente es su mentalidad de la de los que viven en las ciudades. Para los peruanos nativos, explica, sus tierras no son de propiedad privada. Creen que las cosechas son «regalos» de la naturaleza, por lo que las comparten con todos.