Peruanos montan campamento para «defender» su voto. Un mes después de las elecciones presidenciales que aún no han dado resultado cierto, los peruanos han establecido campamentos en plazas públicas para «defender» el voto.
Peruanos voto
Con una revisión de la boleta en curso en medio de acusaciones de fraude aún no probadas, ambas partes sospechan que el candidato del otro busca usurpar el poder por medios nefastos.
Cientos de simpatizantes del maestro de escuela rural de izquierda Pedro Castillo, que ya se proclamó victorioso, han acudido en masa desde los ríos y las montañas de su base rural hacia la Plaza de la Democracia.
En medio del frío invierno limeño, han acampado en 180 carpas frente al Jurado Nacional de Elecciones (JNE), que se encarga de la revisión del escrutinio.
El primero llegó hace ya tres semanas. Muchos están ataviados con trajes tradicionales andinos o amazónicos.
“Vivir en una carpa significa tener frío y no dormir bien pero vale la pena por la batalla que estamos librando”, dijo Martín Quispe, de 35 años, quien llegó desde la región andina del Cusco para exigir que el JNE convoque a las elecciones de Castillo.
Según el recuento, Castillo recibió el 50,12 por ciento de los votos emitidos el 6 de junio, unos 44.000 más que su rival de derecha Keiko Fujimori.
Pero Fujimori ha denunciado fraude y exigido una revisión de miles de votos. Acusada de corrupción, se arriesga a un juicio inminente si pierde la carrera.
Campesinos
Merino Trigoso, de 66 años, es líder del grupo indígena Awajun en la Amazonía y cuenta con una corona de plumas y un adorno tradicional en el cuello. Él también está acampando para Castillo.
«Tengo la intención de quedarme hasta que hayamos vencido a la corrupción», dijo a la AFP.
A su lado, Maruja Inquilla, de 45 años, insistió: “Nos quedaremos hasta que proclamen a Castillo (el ganador). Si no, haremos algo más radical «. Ella es de Coata cerca de la frontera con Bolivia.
Se han instalado baños químicos y una carpa médica en la plaza, y los manifestantes dicen que están recibiendo alimentos de donantes.
Unos 200 ronderos -miembros de las llamadas patrullas campesinas en las que también ha participado Castillo- custodian el improvisado campamento, blandiendo látigos para mantener el orden y, si es necesario, repeler a los adversarios políticos.