Perú, lucha contra tráfico de bienes culturales

Perú, lucha contra tráfico de bienes culturales. Con rico pasado prehispánico y miles de sitios arqueológicos, Perú está cada vez más dispuesto a luchar en tráfico de bienes culturales.

Perú tráfico bienes culturales

Los policías del municipio de Puno, al sur de Perú, probablemente no esperaban tal descubrimiento cuando, durante un control de rutina a fines de febrero, encontraron una momia prehispánica de “600 a 800 años”, dentro de una bolsa térmica.

Su dueño, un repartidor a domicilio de 26 años, reveló que estaba enamorado de la momia, su “novia espiritual”, a quien cariñosamente bautizó como “Juanita”. Y que la mantuvo en la casa familiar durante unos treinta años.

Detenido, el hombre dijo que pretendía dárselo a un museo y no enviarlo al mercado negro ni para ser comercciada en el tráfico de bienes culturales.

Después del análisis de la momia, este último debería llamarse más bien “Juan”, dijo el Ministerio de Cultura peruano. Efectivamente, el cuerpo correspondería al de un hombre de 45 años, que en ese momento medía 1,51 m.

La escena, cómica, es sin embargo reveladora de un flagelo para el Perú: el tráfico de bienes culturales. Con su rico pasado prehispánico y sus miles de sitios arqueológicos, algunos aún por descubrir, el país es propenso al saqueo y ocultamiento de objetos precolombinos y arte religioso, así como archivos documentales de la época colonial.

«Muchos objetos son de robos en museos pero también de excavaciones clandestinas en sitios desprotegidos”, explica Evelyn Centurion, directora de la oficina de Recuperación Patrimonial del Ministerio de Cultura, en Lima.

Entre las piezas particularmente buscadas por los coleccionistas europeos, encontramos en particular “documentos históricos, pinturas de la escuela cusqueña, cerámicas de la costa central peruana, pero también restos óseos y textiles, como abrigos paracas.

Comercio ilícito

En 2020, Katherine Muller Marin, directora de la oficina regional de cultura para América Latina y el Caribe de la Unesco, afirmó durante un foro organizado en Perú que “este comercio ilícito ha alcanzado proporciones tan grandes como las de las drogas o las armas».

En abril, una gran incautación en el puerto de Callao, el puerto más grande del país al norte de Lima, ilustró el modus operandi y la impunidad de los traficantes. Los funcionarios de aduanas descubrieron objetos de la cultura Chimú (1000-1470) en un cofre de madera: estatuillas en miniatura, un remo de madera tallada, herramientas de producción textil.

El botín formaba parte de un cargamento presentado como “muebles” en el marco de una mudanza de un hombre de nacionalidad peruana a Alemania.

El tráfico de bienes culturales a menudo responde a las redes globales y las demandas del mercado del arte. Los objetos a veces pasan por países de tránsito como Argentina o Brasil.Este tráfico involucra saqueadores, intermediarios, receptores y recolectores.

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