Perú, crisis política con peligroso potencial. En los últimos meses Perú se sacude por crisis política con protestas, disturbios, bloqueos, en un panorama de potencial peligro.
Perú crisis política potencial
La actual crisis política de Perú comenzó en diciembre del año pasado y no se vislumbra un final. A saber, el 7 de diciembre de 2022, Pedro Castillo, entonces presidente de Perú, se dirigió a la nación horas antes de enfrentar una tercera votación sobre su juicio político en el Congreso peruano.
Los legisladores querían obligarlo a renunciar por “incapacidad moral permanente”, que es motivo de juicio político según la Constitución. Al anunciar la disolución inmediata del Congreso, el líder izquierdista Castillo dijo que crearía un “gobierno de emergencia” que gobernaría por decreto hasta nuevas elecciones parlamentarias
Tal movimiento de Castillo es etiquetado como un «golpe de Estado».
Castillo fue condenado por todo el escenario político peruano, incluidos miembros de su gobierno. Fue arrestado y acusado poco después, y el cargo de presidente fue reemplazado por la anterior vicepresidenta, Dina Boluarte.
Estallaron protestas donde los manifestantes exigieron nuevas elecciones generales. Algunas de las protestas se convirtieron en disturbios violentos y sangrientos. En la represión policial y militar de las protestas, 60 personas han muerto hasta ahora (mediados de abril). Los disturbios en las calles, plazas y minas peruanas están ejerciendo presión sobre el gobierno de Boluarte, al que muchos peruanos consideran el sucesor ilegítimo de Castillo.
Inestabilidad institucional
Las causas de la crisis política en Perú están estratificadas (desigualdades sociales, polarización política, la crisis del Covid). La crisis en realidad no comenzó a fines de 2022, sino que ha durado siete años. Desde diciembre del año pasado, entró en una nueva etapa.
Todo comenzó en la primavera de 2016, cuando Pedro Pablo Kuczynski ganó las elecciones presidenciales frente a Keiko Fujimori, la hija del expresidente, con un pequeño margen de 0,24%.
Al mismo tiempo, el partido Fuerza Popular de Fujimori ganó el Congreso de manera aplastante, ganando 73 de los 130 escaños. La amarga rivalidad entre las fuerzas políticas se convirtió en un conflicto entre los dos poderes del Estado.
La Constitución peruana fomentó la rivalidad al permitir que tanto el legislativo como el ejecutivo ejercieran poderes uno contra el otro. Ante las denuncias de corrupción y abrumado por la oposición en el Congreso, Kuczynski renunció en marzo de 2018 y fue reemplazado de inmediato por Martín Vizcarra.
El mandato de Vizcarra fue igualmente tumultuoso: usó su poder presidencial para disolver el Congreso en 2019 después de dos votos de censura contra su gobierno, y fue acusado por el parlamento un año después.
Ambiente tóxico
El ambiente político y social en el Perú es tóxico. El país ha tenido seis presidentes en siete años (por renuncias o juicios políticos) y tres convocatorias parlamentarias diferentes. Los enfrentamientos políticos han debilitado la capacidad del gobierno para dar forma a las políticas y satisfacer las necesidades públicas. La polarización de izquierda a derecha y la fragmentación extrema de los partidos han dificultado llegar a un consenso sobre cómo abordar desafíos como la economía, la pobreza generalizada y un sistema de salud deficiente. El mal estado de la atención médica durante la pandemia llevó a la tasa de mortalidad por coronavirus más alta del mundo.
Disturbios y protestas
En la fase actual de la crisis, los manifestantes no tienen un liderazgo identificable, pero se han concentrado en varias demandas clave: la renuncia de Boluarte, la salida de prisión de Castillo (apoyo medio), la celebración de elecciones generales inmediatas, la disolución del Congreso y la convocatoria de una asamblea para redactar un nueva Constitución.
Las protestas sacaron a la calle a muchas capas de la sociedad: estudiantes, profesores, campesinos, sindicalistas, indígenas, así como grupos comunales de autodefensa que surgieron durante el conflicto armado en Perú en las décadas de 1980 y 1990: los frentes de defensa y rondas campesinas.
Perú es un país altamente desigual: el poder y los recursos financieros tienden a concentrarse en manos de una élite urbana blanca, mientras que una importante minoría rural indígena sufre racismo y falta de oportunidades económicas. Los indígenas se identificaron con Castillo, un ex maestro del pueblo. Ven su juicio político como un ataque directo a su comunidad.