Mineras del Perú en guerra, todos contra todos

Mineras del Perú en guerra, todos contra todos. Aldeas andinas pobres del Perú, con el aval del gobierno de Castillo, desatan su ira contra las mineras, en una guerra de graves consecuencias económicas.

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Gabino León está enojado y no está solo. El agricultor de la región de Apurímac, en el sur de Perú, observa todos los días cómo cientos de camiones que transportan cobre pasan rugiendo frente a su casa de adobe, levantando polvo en un camino de tierra lleno de baches que se ha convertido en un pararrayos para las protestas que golpean al segundo mayor productor mundial del metal.

La ira de Leon, que se hizo eco en cientos de pequeñas aldeas en todo el país sudamericano, se debe a que, dice, ve pocos beneficios de esa riqueza mineral en su puerta y culpa a la minería de dañar su sustento como agricultor de subsistencia.

«Toda la riqueza de Apurimac pasa ante nuestros ojos», dijo Leon en su casa, a unos 20 kilómetros de la mina Las Bambas de MMG, que comenzó a producir en 2016 y abastece a alrededor del 2% de la producción mundial del cobre. «Pero nos deja sin nada».

Las comunidades de todo el Perú han sido escépticas durante mucho tiempo sobre los beneficios de la minería para sus vidas. Pero se están volviendo más audaces sobre sus demandas bajo el presidente socialista Pedro Castillo, quien llegó al poder en julio prometiendo sacudir el sector minero y redistribuir las ganancias del cobre de manera más justa.

Regiones afectadas

Las regiones ricas en minerales de Apurimac y Cuzco, así como una carretera minera separada en Ancash, son los puntos claves de esta guerra impensada. Las entrevistas con más de 60 personas de las comunidades locales revelaron las principales quejas: la contaminación que afecta las fuentes de agua, la falta de infraestructura o puestos de trabajo, y el polvo de los camiones que matan cultivos y animales.

Castillo ha ordenado a los funcionarios locales que sean fáciles con los manifestantes y no ha impuesto la ley marcial para mantener el orden, una herramienta utilizada con frecuencia por los presidentes en el pasado.

Las protestas mineras han aumentado desde que Castillo asumió el cargo, y la mayoría tienen lugar en localidades andinas donde recibió un apoyo abrumador, según un informe de la organización sin fines de lucro Observatorio de Conflictos Mineros. En la provincia de Cotabambas, hogar de León y Las Bambas, Castillo obtuvo el 91% de apoyo.

Las Bambas

Las Bambas ha dicho que suspenderá las operaciones si no se resuelve un nuevo bloqueo del corredor minero.

El mes pasado, la minera de plata Hochschild, que cotiza en Londres, vio caer sus acciones en más de un 50% después que un funcionario del gobierno peruano dijera que no se otorgarían extensiones a dos de sus minas, ya que la comunidad local se queja que habían contaminado el agua.

Hochschild dijo en una presentación que «rechaza categóricamente» las acusaciones. Desde entonces, los ejecutivos y el gobierno han dicho que están en diálogo.

Los bloqueos del corredor minero en los últimos meses también han afectado a las minas de cobre Constancia de Hudbay Minerals Inc y Antapaccay de Glencore. Las protestas más al norte detuvieron temporalmente las operaciones en Antamina, propiedad conjunta de BHP, Glencore y Teck Resources y Mitsubishi.

Las principales empresas mineras dijeron que pagan grandes cantidades en impuestos, crean empleo local y niegan que sus minas o camiones generen contaminación dañina.

Pero las tensiones han puesto a Perú al borde. Plantean interrogantes sobre el futuro de la inversión en un país donde la economía depende de los ingresos mineros, incluso cuando los precios mundiales del cobre se disparan cerca de máximos históricos.

“Tenemos en este momento una decena de áreas donde las operaciones mineras están siendo bloqueadas o afectadas, siendo el caso más emblemático el corredor minero de Las Bambas”, dijo Raúl Jacob, presidente del grupo de la industria minera nacional.

«No puede ser que cada dos semanas el corredor minero esté bloqueado».

Las Bambas ha pagado 4.900 millones de soles ($ 1.21 mil millones) en impuestos desde 2016, dijo en una presentación en septiembre. Sus operaciones representan alrededor de las tres cuartas partes de la economía de Apurimac, una región de 406.000 habitantes.

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