México, llega Pedro Páramo a Netflix

México, llega Pedro Páramo a Netflix. Realismo mágico de México llega a Netflix con adaptación de obra cumbre Pedro Páramo en cambio de perspectiva sobre regreso de un hijo a casa.

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Obra cumbre de México Pedro Páramo llega a Netflix, realismo mágico mexicano lleno de deslizamientos temporales y cambios de perspectiva, adaptado de la influyente novela de Juan Rulfo.

Así se presenta una nueva adaptación de la novela de realismo mágico de Juan Rulfo de 1955 que más tarde inspiró a Gabriel García Márquez, entre otros. A juzgar por la maraña no lineal de vida y muerte, amores perdidos e ideales destrozados, uno se pregunta si no fue también una influencia en las películas fracturadas de la nueva ola mexicana de los años 2000 escritas por Guillermo Arriaga.

Con el director de fotografía de Amores perros, Rodrigo Prieto, como director, esta fragmentación es al principio una introducción difícil a la ciudad fantasma repleta de gente de la historia, luego emocionante y finalmente un problema.

Juan Preciado (Tenoch Huerta) le ha hecho una promesa a su madre en su lecho de muerte: regresará al fatídico pueblo de Comala para encontrarse por fin con su padre Pedro Páramo. Pero ¿quién es Páramo?

“Un resentimiento viviente”, dice el primer caminante con el que se encuentra Juan, antes de indicarle que se aloje con la posadera local Eduviges (Dolores Heredia).

Después de mostrarle a Juan una habitación vacía en el ático, ella le dice que ha tenido noticias de su madre, la primera señal de que este pueblo de ceniza es en realidad un purgatorio lleno de almas errantes. Lo único que todos tienen en común es una historia relacionada con el tiránico terrateniente Pedro Páramo y su finca, La Media Luna.

Pedro Páramo reseña

Después de una primera media hora desconcertante que nos invita a ponernos cómodos en esta penumbra estigia y, al mismo tiempo, nos muestra flashbacks del joven y malcriado Páramo, el modo narrativo va adquiriendo coherencia poco a poco.

El ir y venir entre una variedad de vasallos en la órbita de Páramo, los deslices temporales, los cambios de perspectiva y las verdades a medias que se revelan de repente son formas adecuadas de describir el terreno inestable del México rural de finales del siglo XIX; un infierno feudal y desgarrado por el poder sobre el que Páramo ejerce el derecho de pernada , pero que, paradójicamente, persigue su propia inocencia perdida.

Sin embargo, la multiplicidad abruma gradualmente a esta versión. No pasamos suficiente tiempo con el capataz de Páramo, Fulgor (Hector Kotsifakis), la mendiga convertida en proxeneta Dorotea (Giovanna Zacarías) ni con ningún otro personaje como para comprender por completo lo que representan en este fresco de degradación espiritual. Y un Manuel García-Rulfo con poco poder parece inadecuado para el papel del agujero negro que está en el centro; captura la triste ausencia de Páramo, pero no su lado autocrático y desenfrenado.

Curiosamente, dada la perspicacia visual de Prieto, la película también es un poco insulsa visualmente, salvo por un prólogo llamativo que comienza con la cámara hundiéndose en las entrañas de la tierra. Pero la historia tiene suficiente poder residual para ofrecer una noche oscura del alma mexicana.

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