Heddy Honigmann, muere cineasta holandesa nacida en Perú. La documentalista Heddy Honigmann nacida en Perú murió a los 70 años dejando un legado de vida y artístico que engrandece su trayectoria.
Heddy Honigmann Perú
Heddy Honigmann, la cineasta holandesa nacida en Perú cuyos documentales humanos y de ritmo suave sobre músicos callejeros del metro parisino, taxistas peruanos, personas discapacitadas y sus perros de servicio, fuerzas de paz holandesas y las viudas de hombres que habían sido asesinados en un pequeño pueblo cerca de Sarajevo, fueron historias de pérdida, trauma y exilio.
Murió el 21 de mayo en su casa en Amsterdam. Ella tenía 70 años.
Jannet Honigmann, su hermana, confirmó la muerte. Ella dijo que su hermana había estado enferma de cáncer y esclerosis múltiple.
En el caos económico de Perú en la década de 1990, cuando el gobierno estuvo a punto de llevar al país a la bancarrota y la inflación se disparó, muchas personas de clase media comenzaron a trabajar como taxistas, colocando una calcomanía de “Taxi” en sus Volkswagen Escarabajos o Nissans abollados para indicar que estaban en servicio.
Lima
Honigmann recopiló sus historias en la película de 1995 “Metal y melancolía”, en la que viajaba en el asiento trasero de más de una docena de taxis cuyos conductores incluían un maestro, un oficial de policía, un actor y un empleado del Ministerio de Justicia. (Tomó más de 120 viajes en taxi para encontrar a sus sujetos).
Las historias que se revelaron incluyeron una historia devastadora de un hombre cuya hija de 5 años tenía leucemia y que conducía para pagar su costosa atención médica. Cuando le dice a Honigmann que alienta a su hija, a quien describe como una luchadora, diciendo «la vida es dura, pero hermosa», es una máxima no solo para esta película sino para todo el trabajo de la artista.
En «The Underground Orchestra» (1999), los músicos que tocan en la calle en el metro de París, incluido un disc jockey de Zaire que escapó de un campo de trabajos forzados y un pianista argentino cuya tortura a manos de su gobierno casi destruye sus manos, describen al refugiado.
Stephen Holden de The New York Times lo llamó «una celebración abierta de la tenacidad humana y la fuerza vital que construye una visión personal convincente de una manera indirecta e indirecta».