En abril, 7 de cada 10 peruanos no votaron a Castillo ni a Keiko

En abril, 7 de cada 10 peruanos no votaron a Castillo ni a Keiko. El Castillo de hoy se parece mucho más al Alberto Fujimori de 1990 que la propia Keiko. Desde entonces los peruanos votan con gran volatilidad.

Peruanos Castillo Keiko

No es la primera vez que en el Perú un total outsider irrumpe con fuerza en el sistema.

Veintidós años atrás el casi desconocido rector de una universidad agraria había intentado, sin éxito, ser concejal de Lima, y seis meses después sorprendía pasando a la segunda vuelta para competir contra Mario Vargas Llosa.

Se convirtió en presidente un virtual desconocido, con apoyos concentrados en los barrios pobres limeños y las zonas rurales, apalancado sobre la iglesia evangélica y un mensaje que surfeaba la ola de la antipolítica y contra el statu quo.

Cuando Fujimori ganó su primera elección lo hizo con un partido ajeno al sistema: Cambio 90. Poco tiempo después el presidente electo copó todas las instituciones del Estado y devino en dictador.

El surgimiento de nuevos partidos en los años electorales se convirtió a partir del nuevo siglo en patrón de los años subsiguientes. En total unas veinte nuevas plataformas político-electorales en las dos primeras décadas del siglo XXI, caracterizando así la enorme fragmentación e inestabilidad política del país andino.

Inestabilidad que incluye la deposición de tres mandatarios por el parlamento nacional. El primero de ellos, en el año 2000, echó del poder a Fujimori y retornó a Perú al sendero de la democracia, pero los dos últimos exacerbaron la inestabilidad (Kuczynski en 2017 y Vizcarra en 2020).

La fragmentación política del país llegó a su clímax este 2021 y dibujó el parlamento con que tendrá que lidiar el presidente que resulte finalmente victorioso. Once facciones políticas integrarán el nuevo Congreso: una exigua mayoría del partido de Castillo tendría apenas 28 de los 130 escaños, mientras que el partido de Keiko, Fuerza Popular, apenas 16 curules.

El factor común del presidente que llegue finalmente al poder será carecer de un partido sólido que le dé soporte de gobierno y lidiar con un parlamento de gran fragmentación.

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