Democracia peruana, justo en un punto de quiebre. Pedro Castillo, quien seguramente asumirá como presidente del Perú en semanas, enfrentará una renovada crisis de la democracia peruana y la gobernabilidad.
Democracia peruana
El período de democracia más largo de Perú hasta la fecha corre el riesgo de llegar a un final doloroso. En los últimos años, los políticos se han involucrado en derribos casi constantes de opositores, incluidos juicios políticos y ataques judiciales, y obstrucción de la gobernanza.
Esto ha contribuido a la percepción pública de que la democracia no está funcionando, ya sea porque no produce resultados concretos o porque todos los políticos son corruptos. Como era de esperar, un gran porcentaje de votantes en las elecciones generales de este año eligieron candidatos populistas y antisistema de todos los lados del espectro.
Al final, los dos candidatos que llegaron a la segunda vuelta presidencial apenas obtuvieron el 33 por ciento de los votos durante la primera vuelta. Como en elecciones anteriores, un grupo significativo de peruanos simplemente optó por dejar sus boletas en blanco; sin embargo, esta vezlos votos en blanco fueron la segunda opción «más votada».
El 28 de julio asumirá casi con toda seguridad el cargo un nuevo presidente. Pedro Castillo, candidato de izquierda que se propuso «desactivar» importantes instituciones democráticas, como la Corte Constitucional y la Defensoría del Pueblo, derrotó a la derechista Keiko Fujimori, candidata acosada por numerosos escándalos de corrupción, hija del ex dictador peruano Alberto Fujimori, por menos del 1 por ciento de los votos en la segunda vuelta de las elecciones de principios de junio.
Aunque ambos son populistas y socialmente conservadores, tienen puntos de vista completamente diferentes sobre la economía y el papel del Estado.
Grieta
Una parte importante del electorado temía este resultado, preocupado por la posibilidad de que Castillo concentrara el poder y tomara un camino autoritario; ha hecho declaraciones que indican su apertura a cerrar la legislatura si se opone a las reformas económicas y políticas sugeridas.
También ha mostrado el carisma necesario y la voluntad de ir en contra de las instituciones democráticas. Pero la historia reciente apunta a la ingobernabilidad más que al autoritarismo.
El Congreso de Perú permanece fragmentado y el partido de Castillo no tiene mayoría. Las propias prioridades de Castillo se han vuelto algo confusas ya que moderó sus declaraciones anteriores y alteró la plataforma del partido entre la primera y la segunda ronda de las elecciones.
Es posible que en los próximos años se produzca una mayor erosión democrática, y es casi seguro que se produzca una reacción de la élite contra Castillo, mientras que las políticas para mejorar el nivel de vida de los peruanos se quedan en el camino.