Ciudad arqueológica en Perú de 5.000 años, desfigurada. Abandonada durante la pandemia, los restos de la ciudad arqueológica de Caral, ha sido invadido por los trabajadores rurales del Perú.
Perú ciudad arqueológica
La ciudad arqueológica peruana de Caral, cuna de una civilización de 5.000 años, también está sufriendo las consecuencias de la pandemia de coronavirus: abandonada por arqueólogos durante el encierro, fue invadida por trabajadores rurales que reclaman tierras, mientras que la directora científica, Ruth Shady, ha recibido amenazas.
La ciudad sagrada ocupa un área de 66 hectáreas, dominada por siete pirámides de piedra, en medio del desierto, a 182 kilómetros al norte de Lima y a unos 20de la costa del Pacífico. Los barracones de bloques de hormigón o paja ahora son visibles en el sitio.
Estas ocupaciones ilegales comenzaron durante el encierro decretado en Perú entre marzo y junio de 2020 en un intento de frenar la propagación de la epidemia de Covid-19, dice un equipo de arqueólogos en el lugar.
“Los aldeanos ocupan el sitio que es propiedad del estado. Usan la tierra para sembrar”, explica Daniel Mayta, un investigador de 36 años, que no está enojado con el peligro que se cierne sobre la ciudad, que está catalogada como Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 2009.
“Estamos muy preocupados y nos sentimos impotentes al ver que todo esto se puede perder, todas esas huellas del pasado que vemos aquí. Es un orgullo para el Perú, una civilización imponente que floreció hace más de 5.000 años ”, agrega el abogado del sitio.
Civilización Caral
La civilización Caral, que floreció entre el 3000 y el 1800 a.C., es la más antigua de América. Contemporáneo de las civilizaciones mesopotámica y egipcia, apareció en esta árida meseta 45 siglos antes que los incas.
Pero esto no conmovió a los ocupantes que aprovecharon la ausencia de arqueólogos y la débil presencia policial durante el encierro para acaparar diez hectáreas del sitio, construir precarias chozas y sembrar árboles frutales y frijoles.
“Pasamos por trámites legales, discusiones para intentar llegar a un acuerdo, pero las familias se negaron. No quieren irse a pesar de que les han dicho que es patrimonio de la humanidad y que lo que hacen está castigado con la cárcel”, dice Daniel Mayta.